Es sabido que el tratamiento urgente del ictus está sufriendo una revolución en los últimos años. Un papel destacado lo está asumiento la neurorradiología, capaz de auxiliar a la exploración clínica, en la estimación del daño cerebral dinámico durante las primeras horas tras el evento.
Además de la resonancia de difusión/perfusión, la implantación del estudio con TC de perfusión, permite un estudio más ágil, aportando gran cantidad de información. Es necesario aún delimitar las ventajas que puede aportar esta técnica en el ictus agudo, de cara a la decisión terapéutica, pero se intuye que proporciona datos superponibles a los estudios de resonancia funcional.
Vemos a continuación un ejemplo de una mujer de 54 años con ictus isquémico agudo hemisférico izquierdo, cuyo estudio de TC de perfusión a las 2 horas de iniciado el cuadro, revelaba una extensa penumbra en todo el territorio periférico de la arteria cerebral media, con un área peri-insular, virtualmente ya irrecuperable. La exploración clínica inicial era acorde con el área de penumbra (no con el área irrecuperable), con un extenso déficit, que puntuaba 23 en la escala NIH. Tras tratamiento intravenoso con rtPA, comenzó a mejorar durante la infusión, y posteriormente en días siguientes, presentando al alta hospitalaria una discreta afasia, sin otra clínica (escala NIH de 1). En TC de control a las 24 horas, se observó como se pudo mantener a salvo toda el área de penumbra (de color rojo en la Fig 3), quedando tan solo restringido el infarto al área que aparecía en las técnicas de TC de perfusión como daño a priori irreversible (de color morado en la Fig.2 y de color negro en la Fig 3).
TC craneal basal
TC de perfusión con datos de daño irreversible en región periinsular izquierda.
TC de perfusión con imagen de extensa penumbra en todo el territorio distal de la arteria cerebral media izquierda izquierda.
TC de control con ictus frontal izquierdo.
domingo, 7 de septiembre de 2008
lunes, 1 de septiembre de 2008
Pseudoneuropatías periféricas
Cuando asistimos a pacientes con clínica de disfunción parcial o total de un par craneal aislado, nos asalta con frecuencia la duda de si el trastorno es central, afectando pues a la porción nuclear; o periférico, por afectación de las fibras nerviosas. Es frecuente con los pares oculomotores, y con el nervio facial. También no pocas veces con el VIII pc, bien ante una sordera brusca, una vestibulopatía aguda, o una afectación vestibulococlear. Menos frecuentemente nos ocurre con el nervio trigémino, pero están descritas lesiones del tronco cerebral, que tan solo se manifiestan clínicamente con una afectación parcial del territorio sensitivo, por ejemplo en forma de hipoestesia en la región de V3, respetando el resto de ramas del nervio.
Por ello, se antoja necesario realizar una prueba de neuroimagen, preferiblemente una resonancia, a aquellos pacientes que se presentan con una mononeuropatía craneal, sobre todo en casos atípicos.
En la imagen superior se aprecia una lesión en el segmento intraxial protuberancial del nervio trigémino, que se presentó como una afectación subaguda aislada de V2 y V3.
Por ello, se antoja necesario realizar una prueba de neuroimagen, preferiblemente una resonancia, a aquellos pacientes que se presentan con una mononeuropatía craneal, sobre todo en casos atípicos.
En la imagen superior se aprecia una lesión en el segmento intraxial protuberancial del nervio trigémino, que se presentó como una afectación subaguda aislada de V2 y V3.
http://www.pubmedcentral.nih.gov/picrender.fcgi?artid=1738764&blobtype=pdf