En la práctica clínica rutinaria es común que al valorar un
paciente con polineuropatía, tanto la sintomatología como los hallazgos
exploratorios no muestren un patrón “puro”, arquetípico, sino más bien
alteraciones de tipo mixto que dificultan su correcta caracterización.
La polineuropatía asociada a la presencia de anticuerpos antisulfátido suele relacionarse con cuadros de instauración subaguda y curso
progresivo consistentes en el clásico adormecimiento de extremidades en guantes
y calcetines junto con dolor intenso invalidante rebelde al tratamiento con neuromoduladores
y opiáceos. Se puede encontrar una hipoestesia tactoalgésica pura sin
compromiso de la sensibilidad vibratoria ni artrocinética, e hiperreflexia
rotuliana paradójica. El estudio de líquido
cefalorraquídeo no tiene por qué mostrar hiperproteinorraquia. En el suero podemos detectar la presencia de otros anticuerpos antigangliósidos como el GQ1 lo
que puede inducir otras manifestaciones clínicas como la diplopia. Normalmente
son polineuropatías sensitivas axonales o de fibra fina. En este último caso
los electromiogramas iniciales pueden ser normales y sin embargo observar
alteraciones en métodos complementarios que evalúan fibras finas como el Test
Sensitivo Cuantificado (QST). Los
esteroides y las inmunoglobulinas pueden ser ineficaces y en este caso se puede
plantear tratamiento con ciclofosfamida o rituximab. Hay variantes sensitivomotoras
desmielinizantes que por lo general asocian la presencia de paraproteinemia.
La lista de polineuropatías dolorosas es relativamente escasa
por lo que es recomendable plantear la investigación de los anticuerpos anti-sulfátido
cuando se aborda el diagnóstico diferencial de estos procesos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario